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sergiobrau

No queda otra que marcar

Pues eso, que no queda otra que marcar en Gijón si queremos seguir soñando. Ayer me defraudó el equipo porque creo que ni yo ni nadie pensó que del domingo al jueves el equipo iba a estar tan bloqueado. Quizá el único que lo creyó así fue Preciado, que con dos titulares nos pegó un bonito baile, aunque les faltó el gol para llegar a ser un baño. Es fácil juzgar tras ver el partido, pero pareció que todo el cansancio acumulado del mes, nos hizo ayer acto de presencia. Más lentos, más pesados y mucho más ahogados que el rival, sacamos el mejor resultado posible (amén del penalti.) Muy probable muchos anoche se acordaran de la familia de Etxebe, que desde luego no es el que era, pero lo que ni es ahora ni fue nunca, es extremo izquierdo, o interior, o como lo quieran llamar. El interior izquierdo que debía haber entrado ayer al campo, no estaba en el banco por decisión de Caparrós: Fran Yeste lo vio desde el palco, y seguro que rabió que lo dejaran fuera. Es difícil seguir jugando como hasta la fecha, al menos en los últimos dos meses, pero sólo pido un pequeño esfuerzo más. El domingo hay algunos que descansan por obligación, pero quizá otros necesiten un pequeño paréntesis. Creo que ninguno en Bilbao ni del Athletic cambia ganar o puntuar en el Mediterráneo por pasar de ronda, así que Jokin, ya sabes lo que toca. Ayer volví a sufrir como hace tiempo no lo hacía. Antes, era como en los juegos de marcianos, que sabías que ibas a morir seguro. Ahora, con esa pequeña frescura que el equipo tiene por momentos, se han echado las campanas al vuelo. Quizá no sea para tanto, pero necesitábamos quitarnos de encima toda la congoja de estos últimos años. Debería dejar estos párrafos para otro post, pero no quiero que se me olvide, hace tiempo que quiero hacerlo. No me gusta colgarme medallas, no es mi estilo y creo que en este caso no soy merecedor de ella, pero quiero gritar a los cuatro vientos que en la afición de nuestro club hay mucho cabeza cuadrada. Se trata de ese puñado de despotricadotes que no ven más allá del clementismo,, los que sólo aprecian lo bien hecho y destierran a cualquiera que hierra. Llorente, Fernando Llorente fue abucheado más de una y dos veces por La Catedral, fue despellejado en tertulias y barras de bar, como la del Isla de Santutxu, donde algunos acérrimos espero que besen el suelo que pisa el de Rincón de Soto. Me siento orgulloso de él porque siempre creí que sería lo que ahora ya es: la referencia, la estrella y el timonel del barco rojiblanco. Que nos dure muchos años, y a aquellos que se equivocaron con él, que vayan preparando su penitencia.

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