La primera de Primera
Nadie regala nada. Ya no hay duros a cuatro pesetas, y eso lo comprobaron ayer los grandes o los que se siguen creyendo grandes.
El Madrid perdió en Coruña, y como bien dice Tomás Guasch hoy en As y yo suscribo, lo mejor es firmar una derrota digna y no ir, se ahorra el Madrid el viaje y la afición el soponcio.
Schuster sigue dando gotas de su soberbia, pues a otra de esas frases que pasarán a la historia (está pugnando duramente con Toshack), “miré a la derecha y no vi a ningún jugador ofensivo”, se impone responder si es un majadero o se lo hace, porque que yo sepa, alineación y convocatoria las hace él mismo si no han cambiado las cosas en la casa blanca.
El Barça sigue igual: Mesi es uno y el Numancia son once.
Es probable que valga por dos o tres, pero nunca por once.
Si el Barcelona no sabe al menos meter al Numancia en su portería, y el entrenador novato no hace algo por empujar a los suyos, apañaos vamos.
La bandera de la humildad sigue enarbolada por equipos que saben a lo que juegan.
Recre y Almería ganaron ayer a domicilio.
Los primeros a la chita callando, y los segundos haciendo ruido en una casa donde se molestan cuando una hoja de papel se cae al suelo.
De regalo, la ilusión y voracidad de un equipo necesitado de cualquier cosa para ser feliz, el fantástico momento de Forlán, y el creo que por fin reconocimiento a Javier Aguirre.
Al mexicano no le ha podido la soberbia. Se ha dado cuenta que Maniche es importante para el equipo y se ha comido el orgullo, ha reseteado la carpeta Maniche y ha sido beneficioso.
Ojalá los demás entrenadores tomaran nota, y ojalá muchos compañeros de profesión se coman sus palabras. Y si no tienen hambre, harían bien en ir bajándose los pantalones.
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