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sergiobrau

Gracias bendito loco.

El domingo, mientras esperaba con ansiedad que saliera Sabina (también bostero como yo), me quitaba y me ponía nerviosamente un sombrero con la J de Joaquín en la frente. Sin saberlo estaba reverenciando al loco. Porque a 5 husos horarios de distancia, Palermo ponía patas abajo La Bombonera. Ninguno de los dos goles fue maravilloso, pero sí pasarán a la historia. Serán los goles de la rabia, del puño y los dientes apretados por el niño que ya no vendrá al mundo. Loco de ganas de ser padre, Martín Palermo derramaba alegría y buen humor ante su pronta paternidad. Al regresar de México, le abofeteó la cara el aborto de su esposa. Cayó en picado su alegría, pidió permiso y no se entrenó la semana previa al inicio del Apertura. Pero el viernes se concentró y pidió jugar. Y Jugó, y reventó la tristeza y la pena de la única forma que sabe, y cada grito fue un estímulo para su ser, cada grito de La Bombonera una inyección de moral. Más que la buena imagen del Boca de Basile, queda la de Palermo con sus amigo el gol. Es un tipo al que es immposible no querer, no aplaudir, no abrazar y no darle las gracias por los más de cien goles con la azúl y oro. Por su vitalidad, por sus ganas de superarse (como aquel día que con la rodilla rota marcó en La Bombonera), por sus goles y su amistad con el grito de la hinchada, nunca te mueras, Martín Palermo.

1 comentario

Fernando Martín Álvarez -

Amigo Sergio. ¿Te acuerdas de mí? No. Lógico, han pasado muchos años. Soy tu Tutor een 3º BUP y Profesor de Religión. ¿Te acuerdas ya? Me alegro mucho lo lejos que has llegado con tu tesón. Siempre supe, tenía el convencimniento que llegarías donde tú quisieras llegar: peridista deportivo. ¡ENHORABUENA, CHIQUER!