Blogia
sergiobrau

En El Correo.

ANÁLISIS Epílogo MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN/ Siempre me gustaron las novelas con epílogo, la manera en que los novelistas del diecinueve echan un último vistazo a sus personajes, recuerdan los pasajes decisivos, fingen que la vida pudiera quedar más o menos detenida en adelante, o al menos sin sobresaltos dignos de ser relatados. Esta temporada ha sido una novela muy larga, tanto que empezó en la temporada anterior, la noche en que el Athletic perdió ante el Austria de Viena. Habíamos pasado con brillantez diferentes eliminatorias de la UEFA y de la Copa, y estábamos bien clasificados en la Liga, pero esa noche perdimos y el presidente dijo que se trataba de un fracaso. Luego apuntó el equipo en la Intertoto y renovó a Javi González, desautorizando al entrenador. El resultado en ambos casos fue contundente como una parábola moral. Pocas veces queda demostrado de un modo tan palmario quién llevaba razón. A Valverde se le ofreció renovar, pero a nadie le pareció que se hiciera con entusiasmo. Se fue sin decir una palabra más alta que otra, tras dos excelentes temporadas en las que el Athletic jugó por momentos muy bien al fútbol. Dio la impresión de que el entrenador era una pieza más en el propósito de renovación absoluta. Un presidente tiene todo el derecho a desarrollar su proyecto, pero tal vez no sea prudente cambiarlo todo de golpe. No había ninguna necesidad de presentar a Zubiaurre, por ejemplo, y menos en el día en que la Real se estaba jugando su viabilidad como club. Tal vez lo peor no fue el error sino la arrogancia implícita. Confiemos en que las cosas cambien en instancias judiciales superiores, porque sería un disparate pagar cinco millones de euros por un suplente de la Real, que ocupa una posición donde hay tres jugadores, Iraola, Expósito y Lacruz, cuando, sin impaciencias, pudo venir gratis. A la espera de la decisión que pudiera tomar si la sentencia se confirmara, el presidente tiene todo el derecho a seguir porque ganó las elecciones, y lo más conveniente para la estabilidad de cualquier sociedad es que los mandatarios agoten las legislaturas. Se comprende también que aspire a que las cosas cambien radicalmente hasta el final de su mandato, por el bien del club y de su propia imagen. La apuesta por Mendilibar fue demasiado atrevida y personal. Dio la impresión de que la idea era anterior a que se fuera Valverde. Berlusconi fichó a Sacchi cuando éste entrenaba a un equipo de Segunda. Le salió bien, pero no dejó de ser una aventura arriesgada. A Lamikiz le salió mal. Entonces llegó Clemente. Era la jornada undécima, y el equipo se salvó del descenso en la trigésimo séptima, tras la temporada más angustiosa de la historia del club. Se perdieron algunos partidos por mala suerte o errores que parecían imposibles, como en Zaragoza o contra el Deportivo, pero también se ganaron otros en los que se tiró una sola vez a puerta y desde lejos, como en Mallorca o Santander. Nunca olvidaremos el gol olímpico de Guerrero contra el Cádiz, la revolución tranquila contra el Osasuna, cuando Yeste tomó el mando, y los dos quiebros idénticos, derecha - izquierda, junto a la cal, de Llorente, cuando nos estaba dando un baño el Zaragoza. Aparecieron dos jugadores importantes, Aduriz y Ustaritz. El fútbol fue, en general, bastante pobre, y los planteamientos muy conservadores, a veces cerrojazos más antiguos que Benito Díaz. El entrenador ha sido renovado. Le deseamos que tenga mucha suerte, porque será la del equipo, y que San Mamés le conceda en alguna ocasión el don de la autocrítica. Los verdaderos protagonistas están de vacaciones, porque ninguno estará en el Mundial, lo que debe ser motivo de reflexión, especialmente para los que tienen posibilidades. El club está buscando refuerzos. En la lista, aunque parezca una bilbainada, deberían estar todos los posibles, empezando por Xabi Alonso. Confiemos en que, de esta atribulada temporada, se hayan sacado algunas lecciones provechosas, como por lo visto les sucede a las personas que se han curado de una seria enfermedad.

0 comentarios