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sergiobrau

sigo hechizado.

La televisión pública española (que pagamos todos, repito todos y aun así pierde y pierde) y los medios privados (aunque como estos no los pagamos puueden hacer loque les venga en gana), me llenaron de un optimismo tal al inicio de la semana pasada, que mi ánimo estaba por las nubes. Y es que tanta gesta y tanto milagro, se me pasó por la cabeza hacer régimen e incluso hacer deporte a diario. Pero esa patraña se esfumó. Me pregunto yo qué interés tendrá el ente público en ver al Madrid en una nueva final. Sí, sus aficionados, sus jugadores, sus simpatizantes, pero ¿TVE? Sólo el placer de hablar y de hablar, y de dar al Madrid por la tele, porque si no juegan Madrid y Barça, el fútbol y la Copa, parece que no es de interés general. Y si quieren datos, pues repasen quien dió la última final de Copa. En fin, que llegado el momento del partido contra el Sporting de Braga, (Zaragoza), pues llegó la magia y el ensueño de una noche. Objetivammente fué un partido cargado de tensión y emotividad, eso sí. Pero el Madrid de las remontadas y del espíritu de Juanito, marcó 3 goles en 10 minutos (admirable sí, pero para el mejor equipo del mundo...), y luego se las vvió y se las deseó para hacer 1 en 80 minutos. Tras el 4-0, pasaron 25 minutos en los que el Madrid no tiró a puerta, y en el descuento, dos tiros que atajó César. Si eso es mágico... Pero todo es como nos lo quieren vender. A algunos, les costaría mucho entrar esa noche en casa. Alfonso Celemín, Roberto Gómez, Juan Carlos Ribero, y algún otro, no poderían pegar ojo después de su gran comedura de tarro a los espectadores, y luego quedarse en nada. Y no patalearé por mi pueblo porque nunca nos hacen caso. El 12 de abril, el Zaragoza se verá en algún canal. Si quieren ver al Madrid, o se ponen un vídeo, o algún replay de la última Copa del Rey que ganaron (al zaragoza y con robo del impreesentable Urío.) Eso sí, tendrá que ser en Madrid TV, porque desde luego, y aunque se esforzó, en la pública no. Y yo que pensaba que sin Urdaci y De La Casa, aquello iría a mejoor. ¡Ay infeliz de mí...!

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