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Breve viaje a la tierra del vinagre: día tercero

Bueno, pues aquí pondremos el final a este brevísimo pero intenso viaje a Italia, con un día y medio lleno de emociones, de buenos momentos pero sobretodo de amistad por encima de cualquier cosa. Como ya decía, mi sueño se acabó cuando “El Gato” quiso , aunque esta vez fue mucho más suave en su forma de despertar, supongo que algo valdría en que le cediera la cama y que no roncara. Bajamos al desayuno: bollería más que aceptable, faltó un poquito de jamón o de queso, pero bueno, podríamos darle una buena nota al surtido de bollos. Yo como siempre, comedido, a pesar de lo que digan las malas lenguas. Un breve descanso y luego algunos nos fuimos de compras. Jaime y El Niño se pegaron media hora probándose modelitos, la verdad es que como tienen buena percha, todo les sienta bien, y se compraron algunos polos muy bonitos de la selección italiana. Tras mi pequeña frustración por no encontrar ninguna talla xxl, llegamos a Planet Calcio, algo retrasados pues el Perla quiso beber un poco de agua, y El Niño ya me tenía reservada la camiseta de la Azurra. Por fin una xxl, y camiseta para el menda para lucirla bien a gusto este verano. Tras eso, al hotel para ir a comer, a una hora muy temprana como las 12.30, pero el torneo empezaba a las 3, y a las 2 ya había que estar en el campo, así que fuimos al restaurante. Antes, nos metieron a pasear por un mercadillo, y el paseo se convirtió en interminable, porque hacía calor y casi nos tiramos media hora andando. Cada uno pidió lo que quiso: los más moñas ensaladita, y yo recibí varias críticas por comer un plato ligero como “Rissotto a quatre formaggio”, y un filete de pechuga con patatas. Bueno, sólo aquí reconoceré que lo normal habría sido comer ensalada, pero me pueden los rissottos y no me resistí. Tras la comida, por fin llegó la hora deel fútbol, lo que habíamos estado esperando, y a lo que habíamos ido a parte lógicamente de ponernos finos a comer. Tanto en la furgoneta como en el vestuario, comenzamos a cantar esa bonita y pacífica canción que tantos nos pone y que dice: “a esos putos les tenemos que ganar…”, y tras calentar un poco el ambiente, acudimos a la presentación y a una exhibición de niños videntes que rondaban los 5 o 6 años con el balón de los ciegos. Tras ellos, empezaría el triangular que se disputaría con el modelo de los torneos de verano que antes estuvieron tan de moda: primero jugarían los italianos de Nápoli émpoli, y luego nosotros primero contra el perdedor y finalmente contra el ganador. Vimos la primera parte en la que Nápoli con gol de Mario Zungri se imponia con cierta claridad, y nos fuimos a estrenar nuestra equitación verde recien comprada y estrenada en este torneo. Por cierto, llegados a este punto El Niño quiere decir que le encanta esta equitación, dicho queda, aunque también le pega al Gato y a Zule, al primero por viejo, y al segundo por verde. Hablamos brevemente de su forma de jugar, un 2-2 que en España ya casi no se usa, y de cómo jugar nuestro juego rápido en una superficie tan lenta como la de césped natural, donde pudimos comprobar que se paraba la bola, y el peligroso bote que tenía que dificultaba muy mucho su control. La pelota se quedaba parada a veces y no había manera humana de encontrarla más que buscarla a ciegas (nunca mejor dicho), o siguiendo las instrucciones que nos daban para encontrarla. Así pues, salimos al campo sin descuidarnos, sin dar el partiddo por ganao porque ese es uno de los errores más grandes que puedes cometer. Nos costó bastante arrancar, porque lo dicho, el balón se paraba y a la hora de chutar, no acertábamos a poner bien el pie. Pero un gol de Alfredo nos mandó al descanso por arriba tras un dominio absoluto y en el entretiempo, hablamos de hacer por lo menos un par de goles por si Nápoli nos daba un susto en el siguiente partido, el empate nos valdría. El segundo tiempo fue un paseo, yo no di ni una sola carrera, Alfredo hizo y el Niño hicieron un par de goles cada uno y con un poco de suerte, habríamos hecho más. Hasta El Gato se lució en un penalti tan tonto como claro al salir del área. Llegamos al partido decisivo. Habíamos comprobado que Nápoli podía ponernos en mayores apuros: era un equipo con mayor movilidad, y arriba tenía pegada con Mario Zungren. Arrancó el partido y lo controlamos de cabo a rabo, eso sí, no había manera de hacer gol. Alfredo estrelló dos balones en el palo, y sólo nos faltó el premio de marcar para que la primera parte hubiera salido redonda. De todas formas, tampoco hubo tiempo para preocuparse: a los dos minutos el Niño ya nos había puesto en ventaja, tres más tarde marcaba el segundo, y Alfredo redondeaba la tarde con el tres a cero faltando segundos, y eso que se llevó un tremendo patadón debido a la impotencia. Menos mal que llevaba espinilleras, porque podían haberle partido la pierna. Cantamos un poquito al acabar, pero tampoco con demasiado entusiasmo: habíamos jugado bien y habíamos ganado el torneo, pero no es lo mismo que la Liga o el Campeonato de España, eso está claro. Manteamos al Aceituno y a Musta, y al pobre italiano le hicimos la croqueta, siempre todo encabezado por el Muro, que es serio de cojones antes y durante el partido (como debe ser), pero cuando acaba, es el más cabronazo. Por hacerle eso a Musta, luego se llevó una buena ducha con una botella de agua, él y casi todos los del equipo, al único que no le cayó fue al menda, que estaba en la otra punta. Alfredo recibió el mpremio al mejor jugador del torneo, justo y merecido. Hizo lo que quiso en el campo, 5 goles y no fueron más por los palos que pegó, los volvió locos a todos y la gente flipó con él. Tras las fotos, medallas y trofeos, nos fuimos a la ducha, y como el Muro no tenía a quien putear, me puso perdido de agua porque según él,, era al único que no habían mojao: ¡menuda democracia! Al salir del vestuario, alguien me puso la Copa de Campeones en la mano, y la llevé de regreso al hotel dejándola en la habitación. Al llegar, le puse al Gato el gol de Heinze y los de Corea del Sur, y mientras se duchaba, un par de canciones de Sandro y otra de Leonardo Fabio, que le remontaron a cuando él era joven, allá por el siglo Xviii por lo menos. Un poco más tarde de que Inglaterra marcara el 1-0 que luego no le serviría para ganar, salimos para cenar los 3 equipos juntos: ¿Qué cenamos? ¡Pizza, otra vez pizza, otra vez esas pizzas de metro! Yo creo que estaban mejor que el día anterior, más buenas, más suaves… De película de verdad. Me encantan las cenas después de un torneo: Urbi saca su vena cantante y es el primero que manda cantar, casi siempre picando a Zule y a Alfredo que no se hacen de rogar mucho, y luego nos sale el Quintero/Quiroga del equipo, (hidalgo, cuantos motes no?), construyendo alguna letra para meterla en alguna tonadilla. Así nos pegamos como media hora repasando todo el cancionero español, metiéndonos con Maradona y los pobres napolitanos que pasaban de nosotros y de vez en cuando se arrancaban con alguna napolitana. Jugaré con un eufemismo y diré que me puse fino de pizza, bien acompañado por el anteriormente conocido como “señor Ronqueti”, y magistralmente abastecido por el Gato, que cortaba unos pedazos que parecían tepes de césped. En los postres, hubo algunos tímidos parlamentos, pero no los coñazos esos que nos dan los “magníficos” directores de agencias o de delegaciones territoriales, sino de esos que salen del corazón. Y como el auténtico capitán de Málaga, Marcelo Rosado alias el Tigre de Ronda se encontraba ausente, y el capitán ficticio no tenía ni voz ni ganas de hablar, el menda soltó el parlamento en italiano más largo de la historia del CDC Málaga. Jamás pensé que podría saberme tantas palabras en italiano, de algo ha valido seguir el Giro ¿No? Regresamos al hotel con una hora y media de tiempo para preparar las maletas y descansar un poco, y a la 1 partimos para Bérgamo para coger el vuelo que salía a las 6 de la mañana. saliera. Otra vez los VIP fuimos en coche y los “otros” en la furgoneta. Urbi y yo aprovechamos para dormir todo el viaje, la copa seguía en mi poder y viajaba conmigo en el asiento delantero. A eso de las cinco menos cuarto llegamos al aeropuerto de Bérgamo: Musta y Ciro se pegaron un palizón y todavía les quedaban otros 350 km de vuelta a Pavullo. Nos despidieron emocionados en la puerta de embarque, vaya tipos tan extraordinarios. Hicimos tiempo hasta montarnos en el avión, mientras Zule o lo que quedaba de su voz seguía ultimando estrategias electorales para usurpar el puesto de Marcelo. Montamos en el avión, la Copa junto con las maletas nos la dejaron meter en el compartimento de equipajes. Otras dos horitas de sueño reconfortante que me vinieron de perlas. Me despierto justo cuando el avión pisaba suelo firme español, recogimos las maletas y ya no vi a casi nadie. Cada uno salió disparao a sus cosas, y yo, junto a Alfredo, el anteriormente conocido como Ronqueti y su cuñao Fran que vino a buscarnos nos fuimos en coche. Me dejaron en la estación y se marcharon. Aunque no tenía jetlack, me impacienté cuando a las 10 menos 5 nadie vino a buscarme, pues quedaban 10 minutos para que saliera el tren. Luego, ignorante de mí, la señorita de Atención al Cliente, me recordó que eran las 10 menos 5 y que el tren salía a las 11.05, gilipollas de mí había mirao mal la hora. Antes de quedarme sopa en el tren me dio pena no haberme despedido de nadie, pero todos salimos tan pitando que ni tiempo me dio. Por suerte, voy a volver a ver a mi segunda familia dentro de muy poco, y también lo contaremos aquí. En Atocha las chicas de Atendo se fotografiaron todas, una a una conmigo, cosa extraña pues no soy un top model, pero se me había mencionado contar que la Copa de Campeones del torneo se la llevó Papá y que luce en el salón de mi casa. Luego la tarde se redondeó con un viaje cansadísimo, y 4 horas de radio intensísimas, con un partidazo de fútbol para no olvidar, y dos goles que me han dejao la garganta jodida para un tiempo. Pero mantener la categoría, bien vale eso y más ¿no? En pocos días, ¡a por el doblete en Albacete! Os espero a todos.

Una breve visita a la tierra del vinagre: dí

Una breve visita por la tierra del vinagre: día primero. Antes de empezar a ller, aclaración para algún malpensado. Como el lunes me dijo Javier Monsón, no voy al pueblo de Agustín Lasaosa, sino a Módena, la tierra del vinagre que no pienso comprar por cierto. Hay días que tienen más de 24 horas, estos son cuando vengo para aquí y nos vamos de viaje. Lo que para todos empezó hoy jueves, empezó para mí a las 20.03 del miércoles, en ese bonito y odiado “Canfranero”, que nos retrotrae al siglo Xix a los de Huesca, pero como somos borregos y seguimos pagando las tarifas abusivas de Alosa, tardando eternidades en llegar a Zaragoza y a Delicias, pues así nos va. Tras dos horas y media de espera, 8 horas y 40 minutos en un trenhotel para llegar a Málaga. Aunque no lo parezca, es un tren comodísimo: lo recomiendo de veras, y juro que no es ironía. No es una maravilla pero yo duermo bien y relativamente cómodo que es de lo que se trata. Después, un corto paseo en cercanías a Torremolinos (eso sí que es un cercanías y no la m… que tenemos en Huesca, donde me ha recogido “El Gato.” Tras un desayuno en la prestigiosa cafetería Tere (nosotros dos no vamos a garitos de mala muerte ¿eh?), hemos dado un “corto” paseo de una horita por el complejo deportivo San Miguel. Lo tienen bien montao los del PP, la verdad es que está lleno de instalaciones deportivas, amplias, en buen estado y con fácil acceso. De rebote hemos pasado por el mercadillo (ya quisiera Huesca uno así), y hemos visitado a Richi, un colega del Gato, donde he tenido que poner a prueba mis grandes conocimientos de francés, que ni mucho menos pueden compararse al inglés avanzado que maneja Alfredo. Mientras volvíamos a casa de Mario, yo le daba vueltas a lo del nombre de la cafetería Tere, nombre rebuscado donde los haya que a mí nunca se me habría ocurrido. El Cunsito ha empezado a preparar la milanesa y yo he aprovechao para chatear un poco. Pedazo de invento ese manjar exquisito que Mario borda a la perfección, acompañado con puré de patata. Y para no quedar mal me he puesto las botas, o mejor dicho me he quedao a gusto. Tras que el joven arquero reposara en la siesta, y una selección musical que ha bajado el nivelazo de la de por la mañana, vuelta a Málaga para ir a por el aceituno y luego a por Pepe Hidalgo, un gran especialista en planificar los viajes. A Hidalgo se le olvidó decirme las dimensiones de la maleta que podemos llevar para el viaje: la mía mide 4 cm más de largo, a ver si no me dan problemas y no tengo que aflojar la cartera. Luego han llegao Izan, Alfredo, Zule y Antonio Ruiz, y a los 15 minutos se ha incorporao “El Muro” al entrenamiento. Han sido dos horas, cómo calificarlas: a la media hora ya iba tocao, y a la hora muerto, para cuando hemos hecho el partidillo ya estaba para irme al otro barrio, pero he aguantao. Me he cargao a Jaime, luego al Niño con un cabezazo que me ha dao en el labio que se me ha hinchao un poco, y la más espectacular ha sido un pequeño vuelo de Alfredo tras un choque, que ha supuesto el fin del entrenamiento: ¡si lo sé lo hago antes! Ha estao muy bien, pero para mí que llevo la tira de años sin entrenar, me ha dejao tocao. Luego, para rematar la faena, Alfredo le ha dicho a Eva que poco menos que yo comía como una hormigonera, y no he sabido acabarme el segundo filete empanao tras un megaplato de ensaladilla. Y aquí estoyahora, tras haberle robao la habitación a Ismael, el pobre hijo de Alfredo desterrao hoy de su cuarto, terminando esto que mañana, o en un rato a las 7 de la mañana toca el despertador, y mañana más y mejor.

Una victoria cómoda, un solomillo al roquefort y "El oscense Sergio Brau."

El despertador del Niño suena a las siete y diez. Tras despertarnos y desperezarnos un desayuno frugal para no andar demasiado pesados en el partido. Cuando entramos en la pista nos encontramos con la primera sorpresa: ¡algún zoquete hijo de fruta la ha regado! ¿Quién ha sido o quien la ha mandado regar? Pues uno que debe de tener muy pocas luces. En el calentamiento, Marcelo y yo nos hemos metido dos buenas leches por ese motivo, y claro está, la han tenido que secar. Luego antes de empezar, cinco de los 9 jugadores de campo incluido el “Cun” no traen espinilleras. ¡No me jodas hombre! ¿A qué venimos aquí, de campo y playa? ¿A jugar una pachanga? Lo cojonudo de todo es que alguno va presumiendo de llevar ventitantos años jugando, y es tan primo que no se trae espinilleras. Durante el partido ha sido un despelote uno quitándose las espinilleras para que entrara otro. En fin, una verdadera locura. A mí me ha dao un rebote (sin premio) bastante considerable, pero como todo se me ha ido pasando. Lo cierto es que el partido ha sido cómodo: un gol tempranero de Marcelo y otro cuando moría la primera parte del Niño han sido suficientes para dejar la cosa sentenciada, y en la segunda parte el Niño ha marcado un par más, así que 4-0 y final. En defensa no nos han creado casi peligro, Curiel no ha podido sacar su potente tiro y el Cunsito” ha tenido una mañana tranquila. Mientras nos duchamos en la habitación del equipo A (la de Alfredo, Wiwi Manolo y Fali es la del B), he obsequiado a mis compañeros con una bonita selección musical del portátil mientras Madrid le ganaba a Murcia por 3-1. El Niño y Jaime se han ido a comer fuera, y el resto, hemos presenciado la exhibición de Wiwi, que se ha comido dos megaplatos de spaghetti, y que no ha pedido un tercero por vergüenza. Tras la comida, el Gato me ha traído de postre un alfajor de maicena: ¡qué rico papá, yo quiero una bolsa grande grande! ¿Ya dije que al “Cunsito” lo quiero mucho? El Niño ha venido de la comida y nos ha restregado por las narices lo del solomillo al Roquefort que se ha comido. La tarde ha ido pasando y han llegado las 8, hora a la que todos uniformados como de costumbre hemos bajado para la tradicional cena fuera del sitio donde dormimos. Como siempre, todo planificado y bien preparado para una corta caminata y un restaurante reservado al gusto de todos: ¡y una mierda! ¡Todo al revés! Nos hemos pegado un lindo paseo por las calles más estrechas, ocuras y gastadas (como cantan Despistaos), y un palizón andando, para luego terminar cenando a 200 metros del hotel. Menos mal que por el camino hemos repostado un medio litro de cruzcampo por cabeza, bueno los finolis tinto de verano (sin premio.) Casualmente hemos ido a cenar donde el Niño se ha comido al mediodía el solomillo al Roquefort, así que el “Cun Abuelo” y yo, le hemos hecho caso y nos lo hemos comido: bastante bueno y abundante, pero para mi gusto un poco demasiado hecho. Como quedaba fondo tras pagar la cerveza y la cena, hemos tomado el postre en una heladería enfrente del CRE y cada uno a sus habitaciones (sin premio.) Zule, Jaime y el Niño se han hecho amigos de Laura y María, dos colombianas de Medellín.Huesca del “oscense Sergio Brau” y los simpáticos de Jaime y El Niño llevan todo el día haciendo titulares con esa coletilla. Así que me he dormido y final, como dice Juanjo. Para terminar sólo un deseo: un punto y parafraseando a Relaño ¡”a la final!”

La operación skype, Jaime Vidal y el Cun Abuelo

Ya estamos otra vez de nuevo en danza. De nuevo Sevilla, donde guardo unos grandes recuerdos de hace tres años, ojalá se dé de nuevo. Seis y media de la mañana: el odiado despertador necesita un poco de amor, así que arriba mi cuerpo serrano de un tirón. Gracias a la señora Elena la maleta ya estaba preparada, así que los últimos retoques y lista. Para un largo viaje, un buen desayuno: un rico litro de yogur de fresa con dedicatoria al gordo Alfredo, y un paseo hasta la intermodal. En el tren, una preciosa película: algo pasa en Las Vegas, la cuál veo durante 3 minutos, ya no aguanto más: sí Jara, otra película de mierda, ya sabes que te tengo en mi pensamiento.. Directamente opto por lo más lógico, dormir, y casi de un tirón hasta llegar a Atocha. En el tren a Sevilla, me encuentro con enchufe en el asiento del tren así que no lo dudo y enchufo el portátil. Jara: sabes qué peli ponían? ¡Algo pasa en Las Vegas! Joder, y en RENFE, algo pasa en RENFE. ¿Dónde están esos clásicos familiares como “Sólo en casa”, “Los bingueros” o “Jaimito y la profesora de Ciencias Naturales? En fin, que no avanzamos. Llegado a Santa Justa, espero en la entrada de la estación. A los 30 segundos de llegar, escucho un: ¡Acadeeeeeeé! ¡Acadeeeeeeeé! ¡Ahí están todos! Todos menos el capi que llega una hora más tarde. Tras la comida (Dios como se come aquí porfavor… ¡de vicio!), nos retiramos a nuestros aposentos, donde descubrimos a Jaime Vidal nos obsequia con un relato educativo encontrado en Internet, que Zule disfruta mucho. La jornada futbolística nos depara la victoria de Murcia 1-0 contra Alicante B, con un muy buen partido de los murcianos, en especial dePedro. Luego, Alicante A y Sevilla empataron a 1 y digamos que nos han dejado el camino un poco más libre, aunque nadie sabe que pasará mañana. En la cena triunfó “El Fali”, repitiendo tortilla y chópet y llegó la hora de venir a la habitación pues tenía una cita para contar las cosas del día. Pero llegó el “Cum abuelo”. ¿Quién es el “Cun abuelo”? ¡El gato por supuesto”, a partir de ahora “Cun abuelo.” Nos trajo una bonita serie educativa de dibujos animados argentina, y nos estuvimos echando unas risas hasta que comenzamos la “Operación skype.” Y hasta aquí puedo leer, porque tras el intento frustrado de la operación que pretendemos repetir mañana, la cosa nos llevó a caernos de sueño y marchar a dormir. Mañana más.

Nacional de Alicante: día tercero

Amanece el lunes y es el día de la gloria o el fracaso.

Sinceramente no estoy nada nervioso.

Desayunamos con la maleta hecha y nos vamos en las furgonetas al campo.

Madrid y Murcia llevan ya un rato jugando pero nadie pregunta como van.

Mientras algunos se ponen las espinilleras, (yo soy como Camacho), me embadurno en crema protectora.

Otra vez el vamos que podemos y el tapar a Adolfo.

Otro calentamiento más, y otro gusanillo en el estómago. El Niño es quien más anima, quien más cree.

Marcelo sé que cree también, pero nunca o casi nunca le escuchas decir nada, aun así le admiro porque siempre habla en el campo.

Justo antes de empezar, siento que necesito animar y motivar a Alferedo de alguna manera:

“Forlán, en un rato quiero llamar a mi madre y decirle que soy campeón de España ¿ok?”

Nos abrazamos fuerte, lo noto metido, motivado y eso me tranquiliza.

Empieza el partido y ¡oh sorpresa! Adolfo juega atrás en lugar de en el ala, y poco menos que Sevilla juega un 3-1.

Adolfo cae a la izquierda, pero casi nunca sube: Sevilla ha planteado el partido al empate a cero, buscando alguna contra o un córner donde Adolfo sí sube, y que no creemos jugadas, que ni siquiera tiremos.

El Niño es frenado por José Manuel en un penalti y manda un doble al palo. La primera parte pasa sin sustos en nuestra puerta, pero con pocos en la suya.

Nos quedan 25 minutos, tiempo de sobra para hacer un gol.

En la segunda parte jugamos algo mejor: Jose le saca un par de ocasiones buenas a los nuestros, el  tiempo avanza y de momento, Sevilla se sale con la suya.

Adolfo comete su cuarta falta, y poco después tiene que salir por un golpe.

Dominamos totalmente en ese momento, y justo cuando entra de nuevo Adolfo…

No recuerdo la jugada, nuestro banco estaba el más alejado a la portería de Sevilla y yo para colmo era el más alejado de todos.

A Urbano le habían expulsado del banquillo y el Gato hacía las labores del entrenador.

Oímos la pelota muy alejada, seguro muy cerca de la portería de Sevilla.

Yo no lo sabía, pero el balón rodaba, estaba en 4 metros… en tres… en 2… Estaba a punto de ser dominio del arrquero pero el Niño metió la pierna antes de que el balón entrara en área de portería.

Oímos desde el banquillo el grito ronco pero potente de Jordi: ¡gol!

Y aquello fue una fiesta.

Miguel aplastó al Gato que no hacía más que gritar ¡gol carajo! Hasta que su garganta no daba más.

Forlán, Rosado Zule y el Niño vinieron al banco y no había forma de que pararan de gritar.

Yo me desgañité diciendo que quedaban 6  minutos, que había que seguir igual, que ojo, que atentos, que no la podíamos cagar, pero creo que nadie me escuchó.

Los 6 minutos pasaron rápido para mí, hubo un tiempo muerto pedido por el Gato, parones en los 2 últimos minutos, pero el agudo silbato del mesa sonó, y cuando acabó el tercer pitidoo, ya estábamos  gritando ¡campeones campeones! En el banquillo.

Saltamos a la pista y lo volvimos a cantar, todos juntos abrazados.

Los que podían del equipo de Sevilla nos felicitaron, y también un gran tipo como es Carmelo se metió en la pista para hacerlo.

Escucho como alguien consuela a alguien, posteriormente me enteraré, que quien llora amargamente es Aurelio, El Bares, que no puede ocultar su pena.

En ese momento, mientras todos son felicitados y abrazados, me aparto un poco, y pienso cómo hubiera sido la cosa si nosotros no hubiéramos ganado, y qué derecho tengo yo a festejar cuando otros están jodidos.

Me acuerdo de mi gente, de todos los que hubieran podido estar, de los que están muy lejos de Alicante o de los que están ahí arriba, a esos seguro se les está cayendo la baba.

Carmen estará llorando, Ramón, sacando pecho y diciendo “ese 6 es nieto mío.”

José estaría repitiendo cada poco el grito del gol, y María estaría riendo con su risa cantarina.

Me pongo el antifaz para que nadie me vea llorar otra vez, como hace un añoo en Sevilla.

Volvemos a juntarnos para cantar, y no sé de donde sale la idea nii quien lo dice, pero contesto que no, que no tienen cojones a mantearme.

Cuando me agarran de brazos y piernas sigo pensando que es un farol, pero cuando empiezo a perder contacto con el suelo, me da que ya no hay farol: ¡me están manteando cojones!

Llega la entrega de trofeos, que no califico.

Es cutre, barriobajera, en la pista, sin micro, sin nada. Pero me da igual.

Marcelito recoge la Copa de Campeones de Liga y a los pocos segundos, ya está en mis manos.

Parece que nadie la quiere así que me la quedo y no la suelto.

Es un gran balón de fútbol, que esta vez no se ha roto, como dicen que pasó con la de hace dos años.

Mientras anuncian el trofeo, pregunto en voz alta si está rota, o si por el contrario sigue entera.

Van dando los demás premios pero yo, sigo con la Copa en la mano, la levanto, la aprieto contra mí.

Nos toca el turno de recoger el Campeonato de España, y todos salimos a por la medalla.

Llevo la Copa levantada y tras imponerme la medalla, nos hacemos la foto.

Cuando acabamos, bajo la Copa pero la base, impacta con la cabeza peluda de Zule: ¡menuda ostia le pegué!

AAl final, la Copa sale de mis manos porque nos hacemos una foto con las dos Copas en  el suelo.

Cuando vamos al vestuario, A Alfredo y Marcelo unos niños les piden la Copa de regalo y yo me rio por dentro.

En el vestuario empiezan los cantos y las duchas.

Curiosamente, al gran capitán alguien le quita la toalla y es muy gracioso como la pide sin descanso.

Al final consigue secarse.

Estamos medio afónicos de gritar, pero durante todo el camino en la furgoneta lo hacemos.

Álvaro y Urbano hacen sonar las bocinas. En la furgo donde van casi todos suena a tope el himno del Málaga: “Málaga la Bombonera…”.

En la nuestra, GIaco y yo no paramos de cantar el ¡Dale campeón! Y yo lo hago sacando la cabeza por la ventanilla.

Formamos un trenecito al llegar al hotel y cantamos los hits de la jornada mientras entramos al comedor.

Tras la comida, una buena charla en los sofás.

Junto al Niño repasamos el partido y nuestras andanzas en el Hattirck, y se acerca la hora de irme.

No tengo ninguna gana de hacerlo, aunque a eso de las 11 ya estaré en mi casa, pero me vuelve a costar alejarme de mi familia, de todo ese grupo de cracks desde el primero al último.

Durante la comida Urbano se ha disculpado conmigo, pero le explico que no tiene porqué hacerlo.

Sé perfectamente cual es mi rol, en qué lugar estoy y cuál es mi sitio, por eso, no me importa demasiado.

Me meto en el taxi con la medalla de campeón al cuello.

Al entrar a la estación, escucho que el tren va con mucho retraso y que hay que tomar autobuses en no sé donde.

Finalmente el tren no sale, se ha caído un puente en Aranjuez y nos van a llevar en bus.

Eso significa que no llego a Madrid a tiempo para tomar el AVE a Zaragoza, y que tendré que hacer noche en la capital.

Pero todo me da igual. La gente a mi alrededor rabia, protesta, se enfada pero yo paso. Soy feliz, eternamente feliz con mi medalla colgada al cuello, y no hay nada que me haga cambiar de humor.

  

Ha pasado casi una semana y sigo exactamente igual que en aquella estación de tren, feliz, contento, insultantemente alegre.

No se me quita de la cabeza el ¡dale campeón! Y a veces tengo que gritarlo para que me deje de repiquetear en la cabeza.

Estoy terminando de escribir y mi madre irrumpe en la habitación furiosa:

¿Tu has pedido una pizza?

No, yo no.

Bajo a la calle y el motero dice que lleva una cuatro quesos:

¡Joder, esa pizza es del Giacco! Pues ya se ha ido a Roma, así que espabila chaval, si has llegado a Huesca desde Alicante, iguall puedes llegar a roma.

De paso, por el camino de vuelta, te coges otra y se la llevas al Wiwi, ¡pero sin queso ¿eh?! ¡Una cuatro quesos sin queso!

¡Dale campeón!

Nacional de Alicante: día segundo

La mierdecilla de alarma del móvil de Zule me despierta a las 7 menos diez: ¡a menos diez!

Me espabilo enseguida pero me cuesta espabilar a Jesús.

Cuando lo consigo es casi la hora del ddesayuno y llegamos como 5 minutos tarde.

A pesar de ser temprano somos los primeros en entrar a desayunar. Como con ganas, la verdad, me sorprendo de tener hambre a esas horas porque no suele ser normal que coma demasiado a primera hora.

Otra vez jugamos los primeros.

En el vestuario y tras la charla de la noche donde todos nos lamentamos por lo sucedido pero cambiamos el chip, incidimos en lo de siempre: tapar a Pedro y ojo con las faltas.

La primera premisa… bueno, la segunda no hay manera.

La primera que coge es penal y el Gato inmenso lo ataja.

Es el que más quedado quedó ayer por el empate, aunque se lamenta, sé que por dentro se está acordando de toda su familia.

Creo que se siente algo culpable y por eso todavía le quiero más.

Le aplaudo la parada y las otras 2 que le parará, pero una no puede evitarla y como no queríamos pero así pasó, empezamos perdiendo.

Estuvimos demasiado obcecados  en golear, en querer hacer la jugada personal, en entrar por el centro y chutar que alguna entrará, pero no salían.

Por suerte justo antes del descanso, apareció Alfredo para puntillar un balón y empatar el partido y dejar las cosas algo mejores para nosotros.

La segunda fue un asedio y una tortura porque no entraba ninguna.

Por suerte y a eso de 10 minutos para el final, el Niño pudo meter el segundo y Marcelo ampliar con el tercero.

3-1: pudieron ser algunos más, César paró bien y mucho, pero debíamos conformarnos.

En el vestuario la cosa estaba algo mejor, pero nos apresuramos para ver el partido entre Sevilla y Madrid.

Me coloqué en uno de los laterales, donde más pegaba Lorenzo, y me olvidé de darme crema, cosa que comprobé a la tarde.

Junto a mí, Óscar, el Niño y Alfredo, que me exasperaron con cada gol preguntando en qué turno jugábamos al día siguiente.

Mientras Madrid y Sevilla se intercambiaban golpes y goles, los más madridistas del mundo mundial, grandes amantes del baloncesto, demostraron que les importa una mierda, y que sólo son del basket cuando gana el Madrid.

Yo ya lo sabía, pero cada uno representó bien su papel.

Lo pasé bien en la divertida discusión, donde el Niño dijo que Tuncery era francés (luego acertó que era turco), y no recuerdo el chirriante nombre que Alfredo le dio a Sekulic. Pero tampoco ningunoo de los dos, grandes conocedores del baloncesto blanco, supieron decir que Sergi Llull, era el tercer base. En fin…. ¡aficionadillos!

Madrid y Sevilla seguían a l suyo, Madrid marcaba, Sevilla empataba.

A mi izquierda, Alfredo era una simpática veleta:

¡gol de Aguilar! (por cierto, tremendo partido el suyo) y Forlán decía: “joder tío, Madrid tiene un culo tremendo. Yo ya sé que van a ganar porque tienen una flor tremenda. Qué puta suerte”.

Pero cuando empataba Sevilla chillaba como un loco y se venía arriba.

A Madrid, le pagaron con la misma medicina que nos había inyectado el día anterior: en 3 minutos, Sevilla le dio la vuelta al partido por 5-4 con 5 goles del inmenso Adolfo Acosta, y Madrid se retiró roto, incluso la reencarnación y el regreso de Fernando Hierro a las canchas: ¡lo juro, igualiito pero igualito que Hierro!

Entonces saltó la alarma y el cambio de rumbo: ¡no había que golear a nadie!

Si ganábamos a Sevilla éramos campeones.

Antes de comer, Adolfo y Raúl vienen a grabar imágenes a la habitación y descubren al gran Zulle, que se despacha con lindezas tales como: “el desamor, es una muerte en vida” o “el pene es tan educado que se levanta para que  se sienten encima…” ¡Genuino!

Adolfo y Raúl flipan, y se preguntan de donde carajo lo hemos sacado.

Tras la comida y otra decepción de Alonso (me jode más que los detractores y pesimistas lo celebren), Zule ya se ha quedado dormido.

Reanudo la lectura del Afgano, de Frederik Forsyth (autor que me recomendó Alfredo), pero al rato siento el sueño y me duermo.

Al despertar, compruebo con horror y placer que he dormido ¡2 horas!

Zule sigue durmiendo y llegará a su mejor plusmarca nacional en el torneo, 3 horitas de nada.

Entonces, al despertar de la siesta compruebo que me ha dado demasiado el sol, pero por suerte no me he quemado mucho, y juro que al dia siguiente me bañaré en protector.

El teléfono despierta a ZUle, es el Niño quien me llama para decirme si quiero ir a un centro comercial, y le digo que no.

Habíamos quedado para bajar a la piscina, pero ha habido algún cambio de planes y yo paso de salir.

A las 8, la tele graba la charla que hacemos en una sala del piso 11 del hotel, en ella uno a uno nos mentalizamos de que podemos ganar, y repasamos una y otra vezz el marcaje a Adolfo.

Salimos a cenar y Urbano nos hace la 13/14 y se larga con Carlos Campos: ¡que sepas que no te la perdonamos!

Vagamos sin rumbo algún rato, el Gato insiste que sabe por donde vamos pero curiosamente, aunque es cierto va cerrando el grupo de muchos ciegos, un perro y un bastón impertinente: ¿por qué no te lo guardás, Miguelito y te lo metés…?

Al final nos encontramos con el equipo de Sevilla, pero estos desaparecen y acabamos en una pizzería poco recomendable.

Tras mil horas pidiendo, y mientras WiWi insiste en que quiere una pizza sin queso, (grande este tipo ¿no?), a todos nos llega nuestro plato.

Pero no aparece la cuatro quesos de GGiaco.

Para colmo, Mario le sigue jodiendo cambiándole la cerveza por otra vacía que Miguel termina bebiéndose por accidente.

Casi cuando estamos ya con la pasta digerida,  la pizza de Giaco que encima tarda medio año en comérsela.

Nos separamos, y mientras más de la mitad se marchan con el gran Mario, el Niño GIaco y yo nos quedamos con Jordi (o según Alfredo Jorge), Álvaro y Óscar, con el que vuelvo a tener una pequeña discusión si hubiera pasado este marcador o el otro, y lo siento hermano pero aunque me quedé en Segundo de BUP con las mates, yo tengo razón.

Nos comemos un buen helado, por supuesto sin queso, y nos volvemos al hotel hablando del partido de mañana.

Zule está aún despierto, pero paso de él, me meto en la cama y mañana será otro día.

Nacional de Alicante: día primero.

Bueno, aquí estoy. Quizá con mayor retraso del deseado, pero no he podido antes. Han pasado ya unos días y sigo teniendo todavía esas sensaciones en el estómago, en el corazón, pero por si alguno no estuvo y para no chaffar la historia, intentaré no dar pistas. El sábado 30 amaneció demasiado temprano para mí. Tuve que decir que no a una buena fiesta pero el Nacional es el Nacional. Moi temor de quedarme dormido como la vez anterior finalmente no se cumplió, y a las 7.45 ¡si Javi sí, a las siete cuarenta y sinco!, partí hacia Madrid. En Madrid, las 2 horas de espera y lo poco que había dormido, me hicieron quedarme traspuesto en un banco más duro que un pan de medio kilo hecho hace un mes, cosa que confirma que soy capaz de dormir en cualquier sitio. La película en el Altaria que me lleva a Alicante es deplorable, y consigo dormirme a pesar de mis compañeras de butacas, que rajan sin parar y a pleno pulmón cerca de mi oreja. Lo primero que recibo al bajar del tren es una tremenda bofetada de calor, ¡tremendo! Lo segundo es ir en taxi al hotel, jugamos en hora y media. Urbano y el Niño no me cogen el teléfono, así que justo antes de dormirse, localizo a Alfredo: -“¿No lo adivinass?” me dice, y yo lo adivino. Arrancamos con Madrid y repetimos el calendario de Sevilla: Madrid, Murcia y Sevilla. No soy cabalero, pero ese calendario me gusta. Llego al hotel agrandado, con unas ganas locas de que llegue el partido. Cuando entro en la habitación, Zule se está preparando la bolsa para salir. Sólo hay una cama de matrimonio y en el viaje hasta la pista y posteriormente, habrá buen cachondeo con eso. Jesús y yo, también participamos y seguimos el juego. Hace mucho calor, muchísima. El calentamiento odioso, (esta vez no me digáis porqué, me resultó menos odioso), acaba pronto y me dispongo a chupar banquillo, cosa normal y lógica por otra parte. Empezamos supermetidos en el partido, el Niño se anticipa siempre por su banda y sólo falta que se enchufe Alfredo. Mientras está a punto de hacer contacto, Marcelo hace el primero de la tarde, y una tremenda emoción me embarga al empezar por delante. Pero dura segundos escasos: sacan de centro y Chapi nos la cuela, y otra vez a empezar. Tenemos un pequeño bajón. Quizá sea por el calor, por el tan tempranero empate o vaya a saber porqué, pero empiezan a dominarnos, y la cosa se pone mal porque Carmelo tras un saque de falta nos marca el segundo. En el vestuario siempre hablamos de esas jugadas, pero siempre nos clavan alguna. Vuelve a aparecer Rosado, son apariciones mágicas, descargas de adrenalina, velocidad y un olfato distinto y exquisito para marcar, y nos volvemos a meter. No queda nada para el descanso, pero Marcelo vuelve a descargar. Si la alegría es inmensa en el empate cuando el Niño se abraza conmigo, la del tercero es tremenda. EEn cada gol todos vienen al banquillo, y esa piña empieza a dar sus frutos. En el descanso sabemos que tenemos una parte del camino andado, hay que refrendarlo y muchas opciones de ganar el torneo pasan por ganarle a Madrid. Entramos desenchufados, pero Madrid aunque lo busca no crea excesivo peligro. Pero empatan de penalti, y otra vez me llegan algunas dudas. Volvemos a dominar un poquito, pero el tiempo pasa, avanza y no pasa nada. Pero el Niño y Marcelo vuelven a crear, a hacer magia, a jugar como el los dibujos animados, y a Marcelo no lo para en ese momento ni su novia, y mete el cuarto y somos un delirio en el banco. Y Antonio se pica, y se apunta a la fiesta y hace el quinto que nunca es malo, un golazo soberbio. Y se viene al banco para dedicárselo a GIaco (luego hablo sobre ti, fenómeno), y empiezo a calentar que ya queda poco. ¿Cuánto? 2 minutos. Madrid tiene un córner y tras él estoy dispuesto para entrar al campo. Me giro de espaldas para ir a la zona de cambios mientras sacan el córner, y no sé de qué forma pero el grito de gol fuertee y emocionado de Madrid me hace girarme otra vez: se jodió el cambio. Queda minuto y medio, no la podemos cagar, ¿Qué no? Sí, todavía la podemos cagar. Con 3 faltas a Zule se le ocurre la magnífica idea de hacer una en casi 7 metros, y Agapito, que está inspirado esa tarde en los penaltis nos empata. Y acaba el parrtido, y no lo podemos creer. Tiramos los penaltis por tirarlos, sin fe, sin ganas. Se los llevan por 0-1 y nos vamos al vestuario. El vestuario está cerca de parecer un funeral, los de fuera son los primeros que alientan, GIaco de los primeros y yo me voy sumando a la fiesta. El Niño y Alfredo que se ha jodido la mano algo dicen, los demás callan, hay pocas ganas de hablar. No queda otra que golear a Murcia y esperar a ver qué pasa. Salgo de los primeros del vestuario y degusto el primer helado de la tarde, algo hay que hacer para combatir el mosqueo. Recibo una grata sorpresa. Un equipo de Canal Plus que está preparando un programa para la próxima temporada está siguiendo al equipo en todo lo que hace en el torneo. Uno de esos miembros es Adolfo, quien me hizo hace unos añoos un reportaje muy chulo para El Día Después. RRecordamos eso y les explico como he llegado hasta el equipo. Luego lo cuento todo ante la cámara y las preguntas de Raúl. El Niño y GIaco ven el partido en uno de los laterales del campo, me dirijo a ellos y mientras vemos la ajustada victoria de Sevilla a Murcia por 1-0, intento levantarle la moral al Niño, y Giaco me echa una mano. Giaco es un muchacho italiano que estudió de erasmus en Málaga y que entrenó con nosotros, lástima que los necios federativos, no ppermitan la participación de gente que no tenga la nacionalidad española. Es un gran tipo y poco a poco lo voy a ir descubriendo. Camino del hotel sólo pienso en levantar la moral de los más bajos, los necesito a todos a tope para mañana, golear es vital, pero no fácil. La cena y luego cada mochuelo a su olivo. Siguen las bromas de lo que va a suceder en nuestro nidito de amor de la 405, pero esa es una duda que no pienso despejar…

¡Que se lo traigan!

Si querían emociones las van a tener, y otra vez me pillan lejos, pero con el corazón a su lado. Para ellos serán las 4 de la tarde, para mí las 8. Sonará un silbato imaginario, y volveré a escuchar el tintineo de los cascabeles de la pelota imaginaria, gritaré ¡voy!, y habrá empezado el Munndial. Nadie como ellos tiene tantas ganas de ganarlo, pero créanme que yo me muero porque lo hagan. Todos, absolutamente todos lo merecen, quiero que saquen pecho por ello, y que no les tiemblen las piernas. Grupo facilillo para nada, hoy debut con Argentina, y mañana Inglaterra para cerrar la primera fase con Corea, eso sí, eel cruce, puedde ser más sencillo en semis, pero nunca se sabe... Yo estoy con ellos, alentaré desde aquí sin descanso y les seguiré teniendo fe. Lástima que si ganan, algún directivo descerebrado sacará pecho, y engordará más aún su gorda barriga de vanidad y estupidez, pero para estos, habrá algún día una página solo para ellos, lo que pasa es que no encuentro una lo suficientemente sucia para dedicársela a los directivos de FEDC, (Federación Española de Deportes para CIegos), que sólo están al servicio de algunos pocos. Pero hasta eso no me importa si el viernes que viene salimos campeones.

Y que vengan muchos más.

Cada cuál tiene sus sueños. Unos se quedarán en eso, en sueños. Otros se irán cumpliendo poco a poco, y otros, serán más inmediato. Hace seiss años, cumplí uno de mis sueños, pero fué algo ficticio. Soñaba con ir a un nacional de fútbol-sala de ciegos, y ese año y el siguiente lo conseguí. Pero no los jugué, sino que los cubrí para Canal 11. Por eso aquel sueño no se cumplió realmente aquel año, sino el pasado. Cuando fui a mi primer nacional, soñé con jugarlo y ganarlo, y eso gracias a Dios, se ha cumplido. Cuando desapareció el equipo de Bilbao, nunca pensé en volver a jugar hasta que "El Niño" me llamó, y no lo dudé. Cuando entré por primera vez en el vestuario, Mario, nuestro portero me dijo: has venido a un equipo campeón. Ayer, le recordé esa frase que no se ha borrado ni se borrará de mi mente. Afrontamos este nacional en Sevilla a tope: con los 8 jugadores disponibles, el subcampeonato de Liga y la moral alta por los buenos resultados de las últimas jornadas. Llegué a Santa Justa y todos me recibieron con un aplauso. ¿Quien soy yo, zoquete de mí para recibir uno? El caso es que lo hicieron y lo agradecí. Tras la comida llegó el resultado del sorteo, que era el que a mí más me gustaba, y en eso coincidía Alfredo conmigo. Prefería empezar a muerte, y empezar a muerte sólo puede significar Madrid. Les tenía ganas como siempre. Para Málaga es el partido de partidos, y para mí lo está empezando a ser. Nos habían mojao la oreja en los dos partidos de la liga regular, y hay que reconocer que teníamos el ánimo picao. La espera, todavía fué mayor de lo esperado. El sorteo quiso que el partido se jugara en segundo turno, y por lo menos a mí, empezó a matarme la ansiedad y las ganas de que llegara el momento. En el calentamiento dejé fuera todas las ilusiones y todos los sueños de ganar el torneo y me concentré en calentar lo mejor posible por si tenía que salir. Sabía que no tenía casi ninguna posibilidad de jugarlo: estábamos al completo y suponía que Urbano no pararía el partido a no ser que hubiera lesiones o alguna cosa rara. Cuando sonó el pitido inicial, se acabó mi paz interior, y comenzaron a devorarme los nervios. A pesar de meterle ritmo al partido, en los primeros diez minutos, nos tiraron 4 veces desde 4 metros, incluidos un palo y un penal que paró "El Gato." La cosa andaba jodida, porque nos cogían la espalda muy fácil y nos costaba bajar. Zule se cargó de faltas, (en parte por la rigurosidad arbitral, que dicho sea de paso, no nos regaló ni una en tres días), pero por lo menos creamos una buena ocasión para meterles miedo. El resto de la primera parte fué nivelado y muy rápido, como todo el partido, intenso y eléctrico. Urbano leyó bien el partido en el descanso: quien marcara se llevaba el partido. Así era. Los equipos eran parejos, el juego se había emparejado tras el baile inicial de Madrid, y nosotros teníamos más pegada. La segunda parte dejaron de torturarme los nervios. Me relajé porque la cosa empezó mejor, pero recordando los precedentes de los partidos ligueros, cada vez que pasaban de medio campo me echaba a temblar. Fue pasando el partido, y en mi foro interno, me decía que el empate no era malo. Tuvimos dos buenas ocasiones y soññé en ganarlo, y el sueño se me cumplió. Hay veces que el destino te depara revanchas y venganzas soñadas, y a Alfredo aquella tarde le tocó su momento. Tras un rechace, su jugada, el tiro de Dios sabe dónde y Guillermo no llegó. ¡Gooooooooooooool joder! Empecé a saltar como un gilipollas y a preguntarme para mí cuanto faltaba. Juani me empezó a poner de los nervios porque todos sufríamos con el tiempo y me atreví a preguntarlo un par de veces. Al final acabó el suplicio. Habíamos ganao sin merecerlo, y aquello, era medio campeonato. Tras el partido casi me hacen sufrir más que en la pista. No había forma de ir a cenar, porque alguno es como las estrellitas pijas de los galácticos, y tiene que echarse colonia y dejarse los pelitos cada uno en su sitio. Dormí como un rey, y jodí a los demás con mis ronquidos. Es algo que no puedo evitar. Al día siguiente llegaba el partido tramppa. Sabíamos que podíamos ganarle a Murcia con medio equipo cojo, pero las confianzas nunca son buenas, y si salía el día de que no, íbamos a sufrir como en el primer enfrentamiento en Liga, en el que pudimos meter 13, pero el primero llegó en el 16 de la segunda parte. Mentalizados, sermoneados y motivados hasta el extremo salimos a jugar. Es una de las cosas, (la de los sermones y las tácticas), que jamás tuve en País Vasco, y para mí son una novedad. El gol a los 2 minutos de Marcelo, nos dijo que ese día no iban a salir torcidas las cosas, y que todos íbamos a rotar. Fueron 5, pudieron ser unos cuantos más, y la cervvecita de después me supo a gloria. Un empate con Sevilla, y campeones. La tarde fue genial. No hablamos para nada del partido del día siguiente, y la conversación giró en torno al precio de la vivienda y a los valores de bolsa; ya saben, conversaciones de hombres jajajaja. Las elecciones del Madrid, completaron la divertida noche, y me dediqué a soñar. Podíaa ser. Se me podía cumplir la ilusión. Hasta el calentamiento no quise pensar muucho en el partido, a pesar de poner todos los sentidos en la charla previa. Para mí eraa algo más que un partido y no quería ponerme nervioso. En el calentamiento noté cargado el ggemelo. Debbía tener alguna sobrecarga por no hacer físico en todo el año pero no dije nada. Aun cojo jugaba ese partido. Pensaba que íbamos a salir nerviosos, pero nada más lejos. A los 5 minutos ya ganábamos y a los 10 2-0. Al árbitro le dió por pitarle faltas a Zule y enseguida nos cargamos y llegaron los tiros de doble penalti. Se pusieron 2-1 justo antes del descanso cuando jugábamos peor. Además fue el único gol que le metieron al "Gato" y me dolió especialmente; no por el gol en sí, sino porque merecía la puerta a cero. Salí en la segunda parte y me encontré cómoodo, como el día anterior. Con más seguridad que en Jerez, donde en algunos mpomentos me pudo la presión y la bisoñez en partidos importantes. Conmigo en el campo, el "Niño" hizo el tercero y cuando me cambiaron, ya sabía que éramos campeones. Sólo tenian que pitar el final. Y lo pitaron. Quise salltar la valla pero lo pensé mejor. Mientras corría hacia los demás para gritar campeones yy abrazarnos en esa piña repleta de alegtría, no pude evitar llorar. Me ayudó el antifaz a que no me vieran, pero no me importa reconocerlo. Soy demasiado sentimental para esas cosas. Me pasaron por la cabeza muchas cosas: mi debut, las primeras goleadas, los partidos bibrantes, las pocas victorias, la Copa de Campeones... El mamón de Santi y Urbano nos mojaron con agua fría que jodía un montón. Ducha rápida y a por la Copa. Durante los discursos, otra vez mi mente recordando cosas antiguas y procesando las sensaciones de ser campeón por primera vez. Me dan un trofeo minúsculo, pero para mí es casi igual que la pedazo de Copa que luego me dejan teener en las manos un tiempo. El viaje a casa es largo pero placentero. Soy campeón coño, y le he cogido el gusto. No quiero parar. "Has venido a un equipo campeón". Lo sé "Gato" lo sé. Pero casi que todavía no me acostumbro.

¡Felicidades!

Ayer fué uno de esos días felices. Y hubiera sido completo si yo pudiera haber estado allí. No fué posible, eso es lo de menos. Pero me duele tanto el no poder ir como la alegría que sentí desde la lejanía. España se proclamó por 5ª vez consecutiva, campeona de Europa de fútbol-sala para ciegos. Fué en casa (Torremolinos), como la primera vez (Santa Coloma de Gramanet), con la gente entregada con el equipo, y el equipo entregado a la gente. Podría existir alguna pequeña duda del rendimiento: debutaban los dos porteros (son los mejores en la categoría b-1 sin ninguna discusión), y también Michel y Aurelio debutaban en un europeo. La calidad no se les niega, pero un europeo, es un europeo, y eso pesa. Les ha dado igual, a ellos y a todos. "El niño", salía de una lesión, y los demás (Alfredo, José López, Adolfo, Marcel...), llevaban poco rodaje de competición. No en vano, la liga sólo llevaba jugados unos pocos partidos. Pero repito: da igual. El equipo cumplió con Francia (3-1), con Rusia y con Italia (3-0) el trámite de la primera fase, y en las semifinales le esperó Inglaterra que decepcionó en este torneo. Otra vez a cumplir (3-1), y a la final con una sorprendente Francia que tumbó a Grecia en la prórroga. Seguro que si a España le hubieran dado a firmar un final con Francia, todo el plantel lo hubiera hecho. Pero ayer sí costó. En un vibrante partido, con la pista abarrotada, tardó en llegar el gol salvador, pero llegó. Antonio ejecutó un doble penalti como sólo el sabe, con esa potencia para hacerlo irrechazable, y con esa colocación perfecta para complicar al portero: gol, partido, torneo y para casa. Son mejores que el resto, hay por lo menos un peldaño de diferencia. Pero la teoría hay que llevarla a la práctica, y en la práctica también son mejores. Juegan de memoria, cada uno puede hacerte un gol cuamndo menos te lo esperas, y todos son una piña. Con estos ingredientes, España vuelve al triunfo, otra vez, porque todavía no ha llegado, la hora del fracaso. Y tardará, seguro. Enhorabuena.o

Lógico pero costoso.

Era lógico que ganáramos a Murcia (3-1.) Pero costó, porque en la primera parte, no supimos abrir la lata. No supimos mover la pelota con rapidez y fluidez, y aunque a Marcelo le sacó el portero dos buenos balones, nos fuimos al descanso 0-1 con el gol de Pedro de doble penalti a 20 segundos del final.
En la segunda parte le metimos otra marcha y la cosa enpezó a funcionar. Marcelo empató de penalti y Alfreddo con dos goles le puso la lógica al partido.
Me encontré a gusto pero con poco trabajo. Eso es bueno. El sábado un miura. Ya tengo preparado el traje de luces y la muleta.

Con el corazón en un puño.

Así estoy. Con el corazón en un puño, gracias a nuestra formidable Federación de Deportes para ciegos.
Ahí los tienen. 24 horas antes de un partido, y andan bailando con la ficha federativa de un servidor.
Vuelvo a la liga con ilusión. Después de más de un año de inactividad, me vuelve a recorrer el gusanillo de la pelota. Además la ilusión de ganar, que nunca había tenido como ahora.
Málaga ha confiado en mí para reforzar la plantilla. Vamos a echar en falta al "Niño", imaginación y cañón en sus pies.
Mañana es un trámite, o por lo menos debería serlo. Pero la semana que viene frente a Sevilla no va a ser tan fácil. Ni mucho menos.
Me va a venir bien el rodaje de mañana, porque la semana que viene será un partido de alto voltaje.
Pero yo, como los futbolistas profesionales: partido a partido.