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sergiobrau

Nacional de Alicante: día primero.

Bueno, aquí estoy. Quizá con mayor retraso del deseado, pero no he podido antes. Han pasado ya unos días y sigo teniendo todavía esas sensaciones en el estómago, en el corazón, pero por si alguno no estuvo y para no chaffar la historia, intentaré no dar pistas. El sábado 30 amaneció demasiado temprano para mí. Tuve que decir que no a una buena fiesta pero el Nacional es el Nacional. Moi temor de quedarme dormido como la vez anterior finalmente no se cumplió, y a las 7.45 ¡si Javi sí, a las siete cuarenta y sinco!, partí hacia Madrid. En Madrid, las 2 horas de espera y lo poco que había dormido, me hicieron quedarme traspuesto en un banco más duro que un pan de medio kilo hecho hace un mes, cosa que confirma que soy capaz de dormir en cualquier sitio. La película en el Altaria que me lleva a Alicante es deplorable, y consigo dormirme a pesar de mis compañeras de butacas, que rajan sin parar y a pleno pulmón cerca de mi oreja. Lo primero que recibo al bajar del tren es una tremenda bofetada de calor, ¡tremendo! Lo segundo es ir en taxi al hotel, jugamos en hora y media. Urbano y el Niño no me cogen el teléfono, así que justo antes de dormirse, localizo a Alfredo: -“¿No lo adivinass?” me dice, y yo lo adivino. Arrancamos con Madrid y repetimos el calendario de Sevilla: Madrid, Murcia y Sevilla. No soy cabalero, pero ese calendario me gusta. Llego al hotel agrandado, con unas ganas locas de que llegue el partido. Cuando entro en la habitación, Zule se está preparando la bolsa para salir. Sólo hay una cama de matrimonio y en el viaje hasta la pista y posteriormente, habrá buen cachondeo con eso. Jesús y yo, también participamos y seguimos el juego. Hace mucho calor, muchísima. El calentamiento odioso, (esta vez no me digáis porqué, me resultó menos odioso), acaba pronto y me dispongo a chupar banquillo, cosa normal y lógica por otra parte. Empezamos supermetidos en el partido, el Niño se anticipa siempre por su banda y sólo falta que se enchufe Alfredo. Mientras está a punto de hacer contacto, Marcelo hace el primero de la tarde, y una tremenda emoción me embarga al empezar por delante. Pero dura segundos escasos: sacan de centro y Chapi nos la cuela, y otra vez a empezar. Tenemos un pequeño bajón. Quizá sea por el calor, por el tan tempranero empate o vaya a saber porqué, pero empiezan a dominarnos, y la cosa se pone mal porque Carmelo tras un saque de falta nos marca el segundo. En el vestuario siempre hablamos de esas jugadas, pero siempre nos clavan alguna. Vuelve a aparecer Rosado, son apariciones mágicas, descargas de adrenalina, velocidad y un olfato distinto y exquisito para marcar, y nos volvemos a meter. No queda nada para el descanso, pero Marcelo vuelve a descargar. Si la alegría es inmensa en el empate cuando el Niño se abraza conmigo, la del tercero es tremenda. EEn cada gol todos vienen al banquillo, y esa piña empieza a dar sus frutos. En el descanso sabemos que tenemos una parte del camino andado, hay que refrendarlo y muchas opciones de ganar el torneo pasan por ganarle a Madrid. Entramos desenchufados, pero Madrid aunque lo busca no crea excesivo peligro. Pero empatan de penalti, y otra vez me llegan algunas dudas. Volvemos a dominar un poquito, pero el tiempo pasa, avanza y no pasa nada. Pero el Niño y Marcelo vuelven a crear, a hacer magia, a jugar como el los dibujos animados, y a Marcelo no lo para en ese momento ni su novia, y mete el cuarto y somos un delirio en el banco. Y Antonio se pica, y se apunta a la fiesta y hace el quinto que nunca es malo, un golazo soberbio. Y se viene al banco para dedicárselo a GIaco (luego hablo sobre ti, fenómeno), y empiezo a calentar que ya queda poco. ¿Cuánto? 2 minutos. Madrid tiene un córner y tras él estoy dispuesto para entrar al campo. Me giro de espaldas para ir a la zona de cambios mientras sacan el córner, y no sé de qué forma pero el grito de gol fuertee y emocionado de Madrid me hace girarme otra vez: se jodió el cambio. Queda minuto y medio, no la podemos cagar, ¿Qué no? Sí, todavía la podemos cagar. Con 3 faltas a Zule se le ocurre la magnífica idea de hacer una en casi 7 metros, y Agapito, que está inspirado esa tarde en los penaltis nos empata. Y acaba el parrtido, y no lo podemos creer. Tiramos los penaltis por tirarlos, sin fe, sin ganas. Se los llevan por 0-1 y nos vamos al vestuario. El vestuario está cerca de parecer un funeral, los de fuera son los primeros que alientan, GIaco de los primeros y yo me voy sumando a la fiesta. El Niño y Alfredo que se ha jodido la mano algo dicen, los demás callan, hay pocas ganas de hablar. No queda otra que golear a Murcia y esperar a ver qué pasa. Salgo de los primeros del vestuario y degusto el primer helado de la tarde, algo hay que hacer para combatir el mosqueo. Recibo una grata sorpresa. Un equipo de Canal Plus que está preparando un programa para la próxima temporada está siguiendo al equipo en todo lo que hace en el torneo. Uno de esos miembros es Adolfo, quien me hizo hace unos añoos un reportaje muy chulo para El Día Después. RRecordamos eso y les explico como he llegado hasta el equipo. Luego lo cuento todo ante la cámara y las preguntas de Raúl. El Niño y GIaco ven el partido en uno de los laterales del campo, me dirijo a ellos y mientras vemos la ajustada victoria de Sevilla a Murcia por 1-0, intento levantarle la moral al Niño, y Giaco me echa una mano. Giaco es un muchacho italiano que estudió de erasmus en Málaga y que entrenó con nosotros, lástima que los necios federativos, no ppermitan la participación de gente que no tenga la nacionalidad española. Es un gran tipo y poco a poco lo voy a ir descubriendo. Camino del hotel sólo pienso en levantar la moral de los más bajos, los necesito a todos a tope para mañana, golear es vital, pero no fácil. La cena y luego cada mochuelo a su olivo. Siguen las bromas de lo que va a suceder en nuestro nidito de amor de la 405, pero esa es una duda que no pienso despejar…

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