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sergiobrau

Y que vengan muchos más.

Cada cuál tiene sus sueños. Unos se quedarán en eso, en sueños. Otros se irán cumpliendo poco a poco, y otros, serán más inmediato. Hace seiss años, cumplí uno de mis sueños, pero fué algo ficticio. Soñaba con ir a un nacional de fútbol-sala de ciegos, y ese año y el siguiente lo conseguí. Pero no los jugué, sino que los cubrí para Canal 11. Por eso aquel sueño no se cumplió realmente aquel año, sino el pasado. Cuando fui a mi primer nacional, soñé con jugarlo y ganarlo, y eso gracias a Dios, se ha cumplido. Cuando desapareció el equipo de Bilbao, nunca pensé en volver a jugar hasta que "El Niño" me llamó, y no lo dudé. Cuando entré por primera vez en el vestuario, Mario, nuestro portero me dijo: has venido a un equipo campeón. Ayer, le recordé esa frase que no se ha borrado ni se borrará de mi mente. Afrontamos este nacional en Sevilla a tope: con los 8 jugadores disponibles, el subcampeonato de Liga y la moral alta por los buenos resultados de las últimas jornadas. Llegué a Santa Justa y todos me recibieron con un aplauso. ¿Quien soy yo, zoquete de mí para recibir uno? El caso es que lo hicieron y lo agradecí. Tras la comida llegó el resultado del sorteo, que era el que a mí más me gustaba, y en eso coincidía Alfredo conmigo. Prefería empezar a muerte, y empezar a muerte sólo puede significar Madrid. Les tenía ganas como siempre. Para Málaga es el partido de partidos, y para mí lo está empezando a ser. Nos habían mojao la oreja en los dos partidos de la liga regular, y hay que reconocer que teníamos el ánimo picao. La espera, todavía fué mayor de lo esperado. El sorteo quiso que el partido se jugara en segundo turno, y por lo menos a mí, empezó a matarme la ansiedad y las ganas de que llegara el momento. En el calentamiento dejé fuera todas las ilusiones y todos los sueños de ganar el torneo y me concentré en calentar lo mejor posible por si tenía que salir. Sabía que no tenía casi ninguna posibilidad de jugarlo: estábamos al completo y suponía que Urbano no pararía el partido a no ser que hubiera lesiones o alguna cosa rara. Cuando sonó el pitido inicial, se acabó mi paz interior, y comenzaron a devorarme los nervios. A pesar de meterle ritmo al partido, en los primeros diez minutos, nos tiraron 4 veces desde 4 metros, incluidos un palo y un penal que paró "El Gato." La cosa andaba jodida, porque nos cogían la espalda muy fácil y nos costaba bajar. Zule se cargó de faltas, (en parte por la rigurosidad arbitral, que dicho sea de paso, no nos regaló ni una en tres días), pero por lo menos creamos una buena ocasión para meterles miedo. El resto de la primera parte fué nivelado y muy rápido, como todo el partido, intenso y eléctrico. Urbano leyó bien el partido en el descanso: quien marcara se llevaba el partido. Así era. Los equipos eran parejos, el juego se había emparejado tras el baile inicial de Madrid, y nosotros teníamos más pegada. La segunda parte dejaron de torturarme los nervios. Me relajé porque la cosa empezó mejor, pero recordando los precedentes de los partidos ligueros, cada vez que pasaban de medio campo me echaba a temblar. Fue pasando el partido, y en mi foro interno, me decía que el empate no era malo. Tuvimos dos buenas ocasiones y soññé en ganarlo, y el sueño se me cumplió. Hay veces que el destino te depara revanchas y venganzas soñadas, y a Alfredo aquella tarde le tocó su momento. Tras un rechace, su jugada, el tiro de Dios sabe dónde y Guillermo no llegó. ¡Gooooooooooooool joder! Empecé a saltar como un gilipollas y a preguntarme para mí cuanto faltaba. Juani me empezó a poner de los nervios porque todos sufríamos con el tiempo y me atreví a preguntarlo un par de veces. Al final acabó el suplicio. Habíamos ganao sin merecerlo, y aquello, era medio campeonato. Tras el partido casi me hacen sufrir más que en la pista. No había forma de ir a cenar, porque alguno es como las estrellitas pijas de los galácticos, y tiene que echarse colonia y dejarse los pelitos cada uno en su sitio. Dormí como un rey, y jodí a los demás con mis ronquidos. Es algo que no puedo evitar. Al día siguiente llegaba el partido tramppa. Sabíamos que podíamos ganarle a Murcia con medio equipo cojo, pero las confianzas nunca son buenas, y si salía el día de que no, íbamos a sufrir como en el primer enfrentamiento en Liga, en el que pudimos meter 13, pero el primero llegó en el 16 de la segunda parte. Mentalizados, sermoneados y motivados hasta el extremo salimos a jugar. Es una de las cosas, (la de los sermones y las tácticas), que jamás tuve en País Vasco, y para mí son una novedad. El gol a los 2 minutos de Marcelo, nos dijo que ese día no iban a salir torcidas las cosas, y que todos íbamos a rotar. Fueron 5, pudieron ser unos cuantos más, y la cervvecita de después me supo a gloria. Un empate con Sevilla, y campeones. La tarde fue genial. No hablamos para nada del partido del día siguiente, y la conversación giró en torno al precio de la vivienda y a los valores de bolsa; ya saben, conversaciones de hombres jajajaja. Las elecciones del Madrid, completaron la divertida noche, y me dediqué a soñar. Podíaa ser. Se me podía cumplir la ilusión. Hasta el calentamiento no quise pensar muucho en el partido, a pesar de poner todos los sentidos en la charla previa. Para mí eraa algo más que un partido y no quería ponerme nervioso. En el calentamiento noté cargado el ggemelo. Debbía tener alguna sobrecarga por no hacer físico en todo el año pero no dije nada. Aun cojo jugaba ese partido. Pensaba que íbamos a salir nerviosos, pero nada más lejos. A los 5 minutos ya ganábamos y a los 10 2-0. Al árbitro le dió por pitarle faltas a Zule y enseguida nos cargamos y llegaron los tiros de doble penalti. Se pusieron 2-1 justo antes del descanso cuando jugábamos peor. Además fue el único gol que le metieron al "Gato" y me dolió especialmente; no por el gol en sí, sino porque merecía la puerta a cero. Salí en la segunda parte y me encontré cómoodo, como el día anterior. Con más seguridad que en Jerez, donde en algunos mpomentos me pudo la presión y la bisoñez en partidos importantes. Conmigo en el campo, el "Niño" hizo el tercero y cuando me cambiaron, ya sabía que éramos campeones. Sólo tenian que pitar el final. Y lo pitaron. Quise salltar la valla pero lo pensé mejor. Mientras corría hacia los demás para gritar campeones yy abrazarnos en esa piña repleta de alegtría, no pude evitar llorar. Me ayudó el antifaz a que no me vieran, pero no me importa reconocerlo. Soy demasiado sentimental para esas cosas. Me pasaron por la cabeza muchas cosas: mi debut, las primeras goleadas, los partidos bibrantes, las pocas victorias, la Copa de Campeones... El mamón de Santi y Urbano nos mojaron con agua fría que jodía un montón. Ducha rápida y a por la Copa. Durante los discursos, otra vez mi mente recordando cosas antiguas y procesando las sensaciones de ser campeón por primera vez. Me dan un trofeo minúsculo, pero para mí es casi igual que la pedazo de Copa que luego me dejan teener en las manos un tiempo. El viaje a casa es largo pero placentero. Soy campeón coño, y le he cogido el gusto. No quiero parar. "Has venido a un equipo campeón". Lo sé "Gato" lo sé. Pero casi que todavía no me acostumbro.

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