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Una victoria cómoda, un solomillo al roquefort y "El oscense Sergio Brau."

El despertador del Niño suena a las siete y diez. Tras despertarnos y desperezarnos un desayuno frugal para no andar demasiado pesados en el partido. Cuando entramos en la pista nos encontramos con la primera sorpresa: ¡algún zoquete hijo de fruta la ha regado! ¿Quién ha sido o quien la ha mandado regar? Pues uno que debe de tener muy pocas luces. En el calentamiento, Marcelo y yo nos hemos metido dos buenas leches por ese motivo, y claro está, la han tenido que secar. Luego antes de empezar, cinco de los 9 jugadores de campo incluido el “Cun” no traen espinilleras. ¡No me jodas hombre! ¿A qué venimos aquí, de campo y playa? ¿A jugar una pachanga? Lo cojonudo de todo es que alguno va presumiendo de llevar ventitantos años jugando, y es tan primo que no se trae espinilleras. Durante el partido ha sido un despelote uno quitándose las espinilleras para que entrara otro. En fin, una verdadera locura. A mí me ha dao un rebote (sin premio) bastante considerable, pero como todo se me ha ido pasando. Lo cierto es que el partido ha sido cómodo: un gol tempranero de Marcelo y otro cuando moría la primera parte del Niño han sido suficientes para dejar la cosa sentenciada, y en la segunda parte el Niño ha marcado un par más, así que 4-0 y final. En defensa no nos han creado casi peligro, Curiel no ha podido sacar su potente tiro y el Cunsito” ha tenido una mañana tranquila. Mientras nos duchamos en la habitación del equipo A (la de Alfredo, Wiwi Manolo y Fali es la del B), he obsequiado a mis compañeros con una bonita selección musical del portátil mientras Madrid le ganaba a Murcia por 3-1. El Niño y Jaime se han ido a comer fuera, y el resto, hemos presenciado la exhibición de Wiwi, que se ha comido dos megaplatos de spaghetti, y que no ha pedido un tercero por vergüenza. Tras la comida, el Gato me ha traído de postre un alfajor de maicena: ¡qué rico papá, yo quiero una bolsa grande grande! ¿Ya dije que al “Cunsito” lo quiero mucho? El Niño ha venido de la comida y nos ha restregado por las narices lo del solomillo al Roquefort que se ha comido. La tarde ha ido pasando y han llegado las 8, hora a la que todos uniformados como de costumbre hemos bajado para la tradicional cena fuera del sitio donde dormimos. Como siempre, todo planificado y bien preparado para una corta caminata y un restaurante reservado al gusto de todos: ¡y una mierda! ¡Todo al revés! Nos hemos pegado un lindo paseo por las calles más estrechas, ocuras y gastadas (como cantan Despistaos), y un palizón andando, para luego terminar cenando a 200 metros del hotel. Menos mal que por el camino hemos repostado un medio litro de cruzcampo por cabeza, bueno los finolis tinto de verano (sin premio.) Casualmente hemos ido a cenar donde el Niño se ha comido al mediodía el solomillo al Roquefort, así que el “Cun Abuelo” y yo, le hemos hecho caso y nos lo hemos comido: bastante bueno y abundante, pero para mi gusto un poco demasiado hecho. Como quedaba fondo tras pagar la cerveza y la cena, hemos tomado el postre en una heladería enfrente del CRE y cada uno a sus habitaciones (sin premio.) Zule, Jaime y el Niño se han hecho amigos de Laura y María, dos colombianas de Medellín.Huesca del “oscense Sergio Brau” y los simpáticos de Jaime y El Niño llevan todo el día haciendo titulares con esa coletilla. Así que me he dormido y final, como dice Juanjo. Para terminar sólo un deseo: un punto y parafraseando a Relaño ¡”a la final!”

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