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sergiobrau

Palermo para la historia.

Domingo, 2 de marzo del 2008, las ocho y dieciséis minutos de la tarde, cielo plomizo y calor en La Plata. En el Estadio Único, un rubio treintañero está celebrando un sueño. Martín Palermo se ha convertido en el máximo goleador de la historia del mejor club de América, el Club Atlético Boca Juniors con 180 goles en partidos oficiales. Fue de penal, un penal que no fue, pero eso a Martín no le importó. Tengo que robarle la frase a Martín “El Bocha” Flores, porque aunque el la pronunció en Radio La Red, yo lo estaba pensando: ¿puede soñarse 180 veces la misma cosa? Palermo sí puede. El Titán de La Plata, el “optimista del gol” como lo bautizó Bianchi, pasó a la historia con ese penal ante uno de sus eternos rivales, Gimnasia y Esgrima de La Plata, y acarició la gloria con la punta de los dedos. Esa gloria que ya rozó con los torneos locales, las Libertadores de América, la Sudamericana, la Recopa o la Intercontinental (¿te acordás de los dos goles al Real?), y de tantos otros, hasta 180 que han pasado ya a la historia. 180 goles, 180 gritos, 180 brincos de alegría de miles de fanas que te aclaman en el país, y de otros tantos que coreamos tu nombre siempre que sales a jugar. Da igual que no hagas las gambetas de Ortega, que no desbordes como “El Apache” o Palacio, que no definas como el “Cun”, que no sepas dar pases como Riquelme, que no uses tres dedos como el “Chelo Delgado”, que no las pongas como el mellizo Guillermo, que no te acerques al juego del Diego. Palermo no hay más que uno, y aunque algunos te puteen o repudien, ahí estás, con 180 gritos y vamos a por más, porque no nos cansamos de gritar, de saltar, de cantar todos tu nombre y ese grito que hace temblar la Bombonera: aplaudan aplaudan no dejen de aplaudir, que los goles de Palermo ya van a venir. Salve Martín Palermo.

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