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sergiobrau

Sonrojo no más.

¿Qué hacer? Nada, no se puede hacer nada. Cuando te encuentras frente a un impresentable, y no puedes escapar, sólo puedes dejar que te joda bien joddido, que te chupe la sangre, que te humille, que te hunda y que te deje bien jodido para el siguiente domingo. De nada vale el golazo de Eizaguirre (gracias de todas formas por meterlo), tampoco el que se hicieron ellos, porque José Luis Torres Clapés, inmpresentable de tercer apellido, con residencia en las Islas Baleares, se rió a gusto ayer de un equipo, una ciudad, y una afición. Es difícil expulsar a 6. Bien difícil. Clapés impresentable lo hizo. Sin despeinarse, sin bajar del autobús, o del Mercedes que se puede comprar con el sobresueldo que debió llevarse ayer. Tampoco vale de nada el esfuerzo y el trabajo de un equipo que ayer, hasta que el árbitro se lo permitió, controló al rival y el marcador. Sin florituras, sin jugar bonito. A lo práctio jugó el Huesca y le duró hasta el minuto 52, donde el personaje que portaba el silbato empezó el recital tarjetero. Lo peor es que no puedes partirle la cara, es realmente lo que se merece. Porque pueden equivocarse, también pueden no verlo, pueden equivocarse queriendo y viendo (como Undiano) y pueden ir directamente a por ti, como el de ayer. Fué tan listo y descarao, que hasta anuló un gol legal a los arlequinados que se frotaron las manos, los ojos y los bolsillos para ganar un partido que tuvieron perdido hasta que el personaje de turno quiso. Decía ayer en la transmisión del partido Martín Pena, que de nada valen la jornadas que promulgan que no haya violencia en los campos de juego. Mientras este colectivo apestoso, y digo apestoso porque apesta, siga sin pprofesionalizarse, seguiremos igual. Y no, no tendré desde ahora ningún respeto hacia ellos, porque ellos no lo tienen hacia mí. Así de sencillo. No cambiaré nada, pero si nos joden, jodámoslos nosotros. Pero eso sí, sin violencia, porque hay que ser más listos que ellos. Ahora, si me encuentro al de ayer, sí que le parto la cara, sólo la cara, para que se acuerde del Huesca, y de aquella tarde en que no paró hasta joderlo. Si algún día lo hago, será ojo por ojo compañero.

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