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sergiobrau

el clásico del mellizo.

Hay que contar muchas cosas del superclásico del domingo, que ha dejado lesionados, agraviados, perdedores, llorones y héroes. Empecemos hablando de fútbol, de lo que se vió en la cancha. Dos partes diferenciadas tuvo el partido, una para cada uno. En la primera, Boca lo fué todo y River no fué nada. A pesar de serlo todo, Boca no tuvo más que cuatro oportunidades de poder gritar el gol. La más clara, una de Silvestre de cabeza. Bilos y Palermo también las tuvieron de arriba, pero no fueron para echarse a temblar. De todas formas BBoca jugó. Jugó Gago, un pibe que sólo sabe jugar bien, que trata la pelota como un niño a un peluche, que la mima como si no hubiera otra más en todo el mundo, que sabe donde ponerla, donde quiere quee vaya. Jugó Ibarra porque nadie le paró por la derecha. Porque cercano a los 35 está en una segunda juventud. Porque se va en velocidad, porque ponne centros al área, porque siemopre se suma al ataque. Jugó un poquito Palacio con su mobilidad, Bilos apuntó cosas por la izquierda, y Palermo asustó con la presencia. Los demás no jugaron, porque el rival, se paró atrás para buscar la contra y nubnca lo consiguió. Pero el fútbol es injusto y cruel. A los 39 del primer tiempo, Farías le hizo un golazo a Boca en la primera llegada de River. Se equivocó Abbondanzieri, pero más se equivocó Silvestre, dejándole a Farías, un metro para darse la vuelta y ponerla en la escuadra. Gran gol, sí señor. La segunda parte cambió. Boca quiso pero pudo mucho menos. Montenegro vió la luz cuando salió Gallardo y River fué otro. Palacio lo pudo empatar, (definió muy mal en un error de Lux), pero River fué mucho River, hasta los últimos cinco minutos. Gallardo supo expulsar al Pato Abbondanzieri, y luego, con diez y 0-1 en la Bombonera, Crupoviesa le dió un patadón a Montenegro. Un patadón emulando al mismísimo Bruce Lee. QUeda demostrado que hay futbolistas que no valen para un grande. Crupo no vale, pero eso es otra historia. Con dos menos y marcador en contra sólo quedaba una: que saliera el ídolo local, a ese que aclama toda la Bombonera cuando sale a calentar: "Guillermooooooo Guillermoooooo". Él sólo empató el partido. Hizo expulsar al central Tula, (con amarilla hubiera bastado), y sólo como sabe, como él sabe, con el balón enrrollado en los pies, forzó un claro penalti. La Bombonera estalló, casi más que cuando Palermoo la mandó a guardar y se acabó el fútbol con Guillermo a Hombros. Y ahora lo de después. Hay ídolos y ídolos, y el domingo, Schelotto le ganó a Gallardo por ggoleada. Porque si bien El Muñeco supo expulsar al Pato, y luego el Mellizo lo igualó, Marcelo nunca sujetó al equipo, nunca le dió el carácter Gallardo, ese carácter agresivo y a la vez técnico que tiene el muñeco. Guillermo le dió a Boca y a la hinchada la ilusión. El creer que con 9 para 10 aún se podían hacer cosas. River perdonó goles a montón en la segunda parte: dols muy claras de Farías (una al palo), otra de Montenegro y otra de Santana que atajó migliore. Y luego llegaron los lamentos. Pasarella salió caliente a la sala de prensa: "festejaron como chicos..." El festejo es festejo festeje quien festeje. Seguramente River fué un equipo chico, porque su entrenador lo es. Y lo es, porque en casa del rival, siendo mejor (hoy por hoy no hay dudas), siendo más fuerte y viniendo como líder, se escondió como un gatito asustado buscando el zarpazo. En mi pueblo eso se llama ser un amarrategui. Vale para el fútbol, pero si se presume de grandeza, hay que jugar a lo grande. Pasarella, algún plumilla forofo y el presidente Aguilar, criticaron la actuación de Pezzota y algunos (el periodista Farinella), dijeron que el partido le quedaba grande. Cuando el año pasado, River bailó a Boca en la bombonera, y dejó a Boca con 9, nadie lo criticó en su primer superclásico. Lo cierto es que ambos lo pudieron ganar, pero River lo tuvvo mejor. Por oportunidades y por superioridad. Fué el primer partido que Boca me gustó como equipo, cómo jugó y cómo luchó. Pero sigue dejando unos huecos inmensos. Unos espacios donde puedes construir 30 adosados y Silvestre y Crupoviesa, llegarían tarde a la entrega de llaves. Pero Boca sacó un punto de la nada, y River perdió dos. Así fué.

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